viernes, 29 de abril de 2005

"Dany: un día sin censura" por Leandro Biagi

NOTA: Tras las recientes quejas de nuestro querido Dany, les ofrezco en versión sin censura la jornada de Dany.


11h00-14h00 Daniel Mendoza Sanchez despierta de un sueño inquieto sin la mínima intención de moverse, bañarse o desayunar.

14h15 Chaquetita y a dormir.

14h30 El sueñito post-chaqueta ha dejado famélico a nuestro personaje. Bruscamente grita a la mucama en turno de hacerle el desayuno.

14h45 El desayuno está listo. Sale de la cama (en tanga), se pone sus pantuflas de Homero y entra al baño. Cagada seguida de una chaquetita, seguida a su vez de una siestita de 15 minutos en la taza.

15h00 El desayuno se está enfriando. Dany se tumba en el sofá enfrente del televisor de pantalla grande. El estado de vegetación avanzada acaba de empezar. Atontado e incapaz de moverse mira atentamente la pantalla del televisor. Al desayuno apenas lo toca.

17h00 Llega Barny. Insultos y mentadas de madres que acusan a Daniel de ser un huevón y nada más. Reconciliación unos minutos después con un partido de FIFA o con lo último de lo último en videojuegos. Entre todo esto, la comida: coca cola, cigarros, sabritas...

19h30 Barny se tiene que ir a recojer a su mamita. Daniel va al baño: chaquetita y a dormir.

19h45 Es la hora del canal Sony y todas las series.

23h30 Hora de la cena. Otro litro de coca cola, más cigarros y más sabritas.

00h45 La hora literaria: selección amplia de todas las novelas de Dune, El Señor de los Anillos y Star Wars. Chaquetita cada intervalo de 2 hojas o media hora, seguida de una siestita de 15 minutos.

05h00 A dormir. Pero antes, claro... una chaquetita.

martes, 12 de abril de 2005

"El gordito coqueto: tercera y última parte" por Leandro Biagi

Ahora sí no se podía aguantar. Un dolor punzante se apoderó de su vejiga y Evaristo se encogió gimiendo discretamente. Intentó avanzar unos pasos en dirección al baño pero alguien se quejó; Evaristo escuchó algo referente a turnos sin hacer mucho caso. Finalmente comenzó a avanzar desesperadamente al ver que la portezuela del baño indicaba verde y se abría bruscamente.

Al adivinar sus intenciones los demás entraron involuntariamente en una carrera desesperada hacia la portezuela. Evaristo había aprovechado el elemento de la sorpresa pero había tiempo para reaccionar. La muchacha fue la primera y única ya que en el momento en que Evaristo pasaba a su lado logró alargar la pierna y enganchar su pie derecho; perdió inmediatamente el equilibrio y se desplomó seco en el pasillo boca abajo.

Patricia regresaba cuando oyó unas voces que se quejagan seguidas de un aparente alboroto, gritos y de golpe un silencio inesperado. Morbosamente se quedó quieta y volvió apresuradamente a los baños. Apenas asomó la barba una aeromoza le bloqueó la vista y la invitó a volver a su asiento. Sin haber visto nada y alborotada ante la idea resurgente que algo le podría haber pasado a su pichoncito, comenzó a soyosar y después de unos momentos se desplomó en el pasillo desconsolada, creando ríos negros de maquillaje y lágrimas que descendían de sus ojos. Sus espectadores la miraban sin saber qué hacer, decir ni pensar. En ese mismo instante se escuchó una débil voz que imploró desconsoladamente:
"Ah Chingá! Ya me mié los pantalones..."

domingo, 10 de abril de 2005

Cambia hincha nombre por el de su equipo

Para lograrlo, el asunto pasó a consideración del Tribunal Superior de Medellín y el fallo favoreció al aficionado, al igual que la revisión de la Corte


Bogotá, Colombia (8 abril 2005).- La pasión de un veterano hincha del Independiente Medellín llegó al extremo que cambió su nombre por el del equipo amado.

Para ello tuvo que librar una complicada lucha jurídica durante un año.

Julián Gustavo Giraldo Zuluaga, de 55 años, según el fallo de la Corte Constitucional, goza de una nueva identidad: "Deportivo Independiente Medellín Giraldo Zuluaga".

El aficionado naufragó en los dos primeros intentos para modificar su nombre.

Originalmente, encaró el rechazo del notario de Amagá, pueblito minero del departamento de Antioquia, a 39 kilómetros de Medellín.

Pero no se dio por vencido, apeló ante un juzgado penal de Medellín y sufrió otro fracaso.

El notario y el juez coincidieron en el argumento que el hincha no podía cambiar de nombre, ya que el elegido correspondía a una entidad a la cual le podría ocasionar detrimento en caso de que incurriera en actos indebidos.

El asunto pasó a consideración del Tribunal Superior de esa ciudad y el fallo favoreció al aficionado, al igual que la revisión de la Corte.

El magistrado Manuel José Cepeda rechazó el argumento del notario y del juez y en el fallo considero que impedirle que registre el cambio de su nombre a Deportivo Independiente Medellín Giraldo Zuluaga vulnera su derecho al libre desarrollo de la personalidad.

La pasión del hincha por su club es inmensa y acude al estadio Atanasio Girardot, sede del conjunto, con su perro que se llama "Campeón Independiente". En su casa, las ollas son de azul y rojo, los colores del club.

"Logre el sueño de mi vida figurar formalmente como Independiente Medellín Giraldo Zuluaga, ahora si puedo morir tranquilo", dijo el viernes a los periodistas.

El hincha labora en la secretaría de Tránsito de Medellín.

martes, 5 de abril de 2005

"El gordito coqueto: la suite" por Leandro Biagi

Dos horas más tarde Evaristo cedió a la presión ejercida por su vejiga y se levantó para ir al baño. Paty esperó sólo unos instantes antes de seguirlo. Pero se había alzado suficientemente tarde para que Evaristo se deslizara torpemente detrás de las cortinas del pasillo. Sin siquera pensarlo apresuró el paso, segura de encontrar una puerta semi-abierta esperándola. Al abrir las cortinas, lo que hasta ahora había sido una continuidad embriagante se despedazó bruscamente. Evaristo, rascándose el culo, miraba lujoriosamente las piernas de una muchacha que estaba delante de él, a dos personas del baño. Paty retrocedió, cerrando la cortina rápidamente. Qué sucedía? Contrariada y visiblemente perturbada regresó a su lugar sin dejar de llamar la atención con su barba de dos días y tacones altos.

En un principio se había molestado al encontrar a tres personas esperando en la puerta del baño, pero al mirar hacia abajo sin realmente saber qué hacer, se encontró c6n unas piernas jóvenes que lo hipnotizaron inmediatamente. La barba de Patricia y los whiskeys lo habían puesto en un ligero estado de depresión, y ver las piernas de una mujer lo relajó, ayudándolo a esconderse en una memoria infantil. Entonces recordó el terrible dolor que le provocaba la vejiga cuyo peso y presión se habían acentuado al levantarse.