martes, 5 de abril de 2005

"El gordito coqueto: la suite" por Leandro Biagi

Dos horas más tarde Evaristo cedió a la presión ejercida por su vejiga y se levantó para ir al baño. Paty esperó sólo unos instantes antes de seguirlo. Pero se había alzado suficientemente tarde para que Evaristo se deslizara torpemente detrás de las cortinas del pasillo. Sin siquera pensarlo apresuró el paso, segura de encontrar una puerta semi-abierta esperándola. Al abrir las cortinas, lo que hasta ahora había sido una continuidad embriagante se despedazó bruscamente. Evaristo, rascándose el culo, miraba lujoriosamente las piernas de una muchacha que estaba delante de él, a dos personas del baño. Paty retrocedió, cerrando la cortina rápidamente. Qué sucedía? Contrariada y visiblemente perturbada regresó a su lugar sin dejar de llamar la atención con su barba de dos días y tacones altos.

En un principio se había molestado al encontrar a tres personas esperando en la puerta del baño, pero al mirar hacia abajo sin realmente saber qué hacer, se encontró c6n unas piernas jóvenes que lo hipnotizaron inmediatamente. La barba de Patricia y los whiskeys lo habían puesto en un ligero estado de depresión, y ver las piernas de una mujer lo relajó, ayudándolo a esconderse en una memoria infantil. Entonces recordó el terrible dolor que le provocaba la vejiga cuyo peso y presión se habían acentuado al levantarse.

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