martes, 16 de octubre de 2007

El mito de Afro Thunder





Los paralelismos en el tiempo...
Perdona si te ofenden mis palabras pero te juro brotan de mi alma: despuès de haberme sido infiel, mi vida, què esperabas?

Asì empieza la primera cumbia de la compilaciòn "Platino 3".

No tiene nada que ver con lo que sigue a continuaciòn.

Los objetos perdidos del tetismo: su santo grial y Afro Thunder

Las fuerzas del destino se han demostrado una vez màs y una revelaciòn extraordinaria empieza a sacudirnos al ritmo de òpera, techno y cumbia: el cuchis cuchis vuelve danzante de la ultratumba de nuestras memorias y parece estrellarse contra nosotros muy pero muy apretado y brilloso.

La òpera perdida del Nazaemo, y màs importante aùn, su escena final, aquella con el nacimiento del Nazaemo (Afro Thunder) que parido por el culo de Migrania se eleva envuelto en un manto sacro-sensacional de lycra vuelve a la vigencia.

Los autores siempre se vieron eludidos por la racionalizaciòn de aquel manto apretado: decididamente serpenteante y revelador de la anatomìa del mesìas, deslumbrante e imponente... Pero en dònde se podìan vertir todas estas expectativas, còmo materializar la utopìa, aquel tejido complejìsimo cargado de tantos sentimientos, ideas y propuestas?

Las palabras me faltan, en verdad que no las encuentro: la emociòn es màs fuerte. Porque algo me dice que un hallazgo extraordinario nos ayudarà a acercarnos un poco a la ejecuciòn del Nazaemo, de aquel final magno e inalcanzable. Por lo menos podremos ver a Afro Thunder como Luis Leandro Bianchi Biagi lo imaginò en alguno de sus tantos suenios hùmedos de los salpicones de la genialidad y el sudor del sobresfuerzo intelectual que el simple hecho de concebir al personaje del Nazaemo conlleva.

En una de sus entrevistas y hablando de aquel suenio guajiro que era la puesta en escena de su òpera incompleta, Luis Leandro hablò de un suenio, en el cual se repetìa cìclicamente una sola palabra: sensaciones.

Coincidencia? Mero destino. Unas imàgenes hablaràn màs que cientos de miles de palabras...





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