Carlos Toledo fué, es y serà un punto de referencia fundamental, un axioma, en fin, uno de los pilares de Juan Marìa De Sabina, también (y tan bien) conocido como El ve sapitos por su delicada y graciosa maestrìa en el arte de besar pitos.
Para el lector desinformado, en su momento Carlos fue una desgracia y una dicha para De Sabina y su familia, especialmente para su hermano mayor, Guillén. Mientras uno se aprovechaba a plena conciencia de una serie de eventos ambiguos y bastante especulativos, el otro sufrìa inocente y abnegadamente de los excesos del otro. Una serie de conductas pesadas repetidas constantemente por algùn tiempo culminaron en una especie de clìmax apoteòtico orgasmo-impactante en el que Guillén encontrò sorpresivamente a su hermano menor desnudo en la cama con Toledo. Era el colmo, un exceso, un abuso descarado de Juan Marìa. No es objeto de estas lìneas explicar el efecto negativo que estos lamentables eventos provocaron en Guillén, basta con mencionar que fueron tan terribles que el mayor de los De Sabina todavìa no se libera de los fantasmas que desde entonces lo hostigan.
Por su parte, Juan Marìa, ademàs de seguir besando pitos, continùa abriendo cuando puede la cicatriz que en Guillén no ha llegado a sanar. Esa es su naturaleza.
En cuanto a Carlos Toledo, una vez infligido el danio a Guillén y perdiendo todo uso pràctico, Juan Marìa decidiò dejarlo al irse con un sud (quasi centro) americano pelado que le prometiò -previo pago en especie- convertirlo en una celebridad y en un gran besa pitos.
martes, 26 de septiembre de 2006
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