Mollete era, pero no lo sabía.
Pronto, muy pronto, su amor lo encandiló.
Pronto, el mollete amoroso se convertiría en él mismo.
En una apuesta se jugo su integridad y la del mollete.
Movida osada, que de nunca haber sucedido, el mundo sería menos feliz.
Él, al igual que el mollete, salieron ganones y el amor prosperó.
El Mollete se molletiza, y él se bambolea en el seno de la sepsisidad.
Él es galantería, porque el mollete lo es para todos.
Él es él, porque el mollete ahora es más mollete.
Sin el mollete, quizás el mundo entero hubiera suspirado por siempre.
Ahora festeja feliz la molletura que tiene por delante, y se repite a si mismo:
¡Cuando sea grande, quiero ser como ese!
¡Cuando sea grande, quiero tener un mollete como ese!
¡Cuando sea grande, quiero ser un mollete!
viernes, 24 de marzo de 2006
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